La historia comienza, cuando una mujer, a partir del año de 1900, comienza una campaña para hacer un reconocimiento a su madre en su día. Su pretensión, poder celebrar el día de su progenitora, como un reconocimiento a la labor de la mujer en el hogar.
La protagonista de esta historia es Anna Jarvis, quien se empeñó en hacer público el reconocimiento a su madre Anna Reeves Jarvis.
Solo hasta 1908, un 10 de Mayo, Ana Jarvis consiguió que la Iglesia Metódica de Grafton celebrará el 1er. Día de las Madres.
Lo triste de la historia para Anna, es que la celebración se hizo muy popular y se extendió por todo Estados Unidos de América, y luego por todo el mundo.
Se convirtió en una fecha de carácter comercial, de venta de mercancías; y se desvirtuó el homenaje inicial que Anna Jarvis pretendía para esta fecha.
Anna Jarvis, falleció sin haber podido echar para tras esta celebración, falleció sin lograr detener una fecha que ella mismo creó, y que incluso demando, sin éxito al Estado para que prohibiera su celebración.
El argumento de Anna era el siguiente:
“Una tarjeta impresa no significa más que se es demasiado indolente, para no escribir de puño y letra, a la mujer que ha hecho por uno más que nadie en el mundo”;
Y agrega “El Científico de la Venta”:
“Un regalo no determina, ni demuestra el verdadero amor que sientes por tu madre. El verdadero amor solo se lo puedes expresar primero con palabras, y más poderoso aún, con hechos que respalden esas palabras”